Consideraciones sobre maltrato y violencia en la vejez a la luz de la calidad de vida Aura Marlene Márquez Herrera (*) Aspectos generales sobre abuso y maltrato
El maltrato, objeto de discusión en la problemática de las personas de edad, ha sido visto desde dos enfoques: el primero está en relación con la noción de protección -asistencialista- y por lo tanto de custodia. Esto hace que se trabaje con el fin de minimizar el riesgo que implican los actos indeseables -por acción u omisión- de los cuidadores en relación con la persona protegida. En segundo lugar, se piensa como efecto negativo en la salud física y mental. Pero todo, en función de responder a un compromiso moral con aquellas personas con las que se tiene algún tipo de vínculo, y sobre la idea de que ellas mismas ya no tienen la capacidad de hacerse cargo de sus propias vidas. Sin embargo, existen otros aspectos relacionados con la noción de calidad de vida, y desde una perspectiva todavía más amplia, con el disfrute de todos los derechos que las personas deben tener como seres humanos, independientemente de la edad; lo cual a la luz del mismo derecho, significa gozar de la condición de sujeto. Y ese es el enfoque que me interesa desarrollar en el presente artículo, pues solo así se podrá entender la necesidad de trabajar líneas de investigación para la definición de políticas públicas adecuadas, y romper con el esquema de la aplicación de programas poco efectivos que surgen de la buena voluntad de los funcionarios de turno. Por ello, para abordar el tema del maltrato y la violencia en relación con la calidad de vida de las personas de edad, hay que partir de hacer una rápida reflexión sobre varios aspectos fundamentales: 1. La manera en que envejecen las personas depende, en gran medida, de las condiciones y las oportunidades que le hayan sido dadas en el transcurso de su vida, lo cual significa que "El envejecimiento es primero un destino social y después una modificación funcional u orgánica" (Hans Thomae / Ursula Lehr , 1968). 2. Es importante reconocer las diferencias regionales y de la época en que nacieron y crecieron hombres viejos y mujeres viejas -estableciendo la diferencia de género-, porque ello plantea una serie de costumbres, hábitos y relaciones distintas a las que se viven hoy. De lo contrario estamos hablando de maltrato cultural (1) Así mismo, hay que identificar las características de su entorno actual, en el marco de la crisis económica y social, y de los sistemas de seguridad social, educación y salud. Problema que es general para América Latina y el Caribe, aunque en el caso de Colombia también está el de la violencia. 3. Hablar del maltrato en la vejez como un problema generalizado, que surge por la alta vulnerabilidad biológica y psicológica de las personas viejas en razón de su edad, conlleva una visión estereotipada. Dicha visión, omite una realidad social, económica y política, en la cual se encuentran diferentes agentes generadores de maltrato, y está relacionada con la violación de los derechos humanos. 4. La persona de edad no sólo puede llegar a ser maltratada. Ella también puede ser quien maltrate. Este aspecto es mas difícil de abordar, porque plantea la necesidad de romper con la imagen de bondad y de ternura que la sociedad ha decidido otorgarle. Sin embargo, es una realidad necesaria de visualizar porque afecta un grupo de población importante. Por una lado están los cuidadores, y por el otro, aquellos familiares que conviven con las personas de edad, o se encuentran muy cerca de ellas, como puede ser el caso de las hijas adultas. En síntesis, el abuso y el maltrato deben ser analizados con un enfoque más amplio, de tal forma que se evite victimizar gratuitamente a las personas de edad, y reforzar un imaginario social, que en muchos casos desvía la atención de los problemas de exclusión e injusticia social, los cuales son los grandes agentes generadores de violencia. Los que afectan la calidad de vida. En la medida en que se puedan identificar claramente sus orígenes y la forma en que se debe enfrentar, se podrá transformar la relación de las personas de edad con su entorno. De manera indirecta también favorecerá a las siguientes generaciones de adultos(as) mayores. Y por último, será un buena base para la relación intergeneracional. Una vez reconocidos estos aspectos, podremos empezar a examinar lo que significa hablar de maltrato, no sin antes aclarar que para efectos del análisis que aquí se presenta, se tratará el tema en términos generales pero haciendo referencias específicas a Colombia. Abuso, maltrato y violencia: conceptos interdependientes. Los temas "abuso y maltrato" en la vejez son relativamente nuevos. En principio los conceptos se relacionan fácilmente con la población infantil y también con las mujeres, y de hecho facilita una vez más la identificación de los niños con las personas viejas, lo cual ya de por sí es una forma de maltrato (este aspecto se tratará más adelante). Están tomando mucha fuerza en los últimos tiempos, en la medida en que se ha ido profundizando sobre la situación de las personas de edad e identificando desde ellas mismas, los principales problemas que les aquejan. Y de manera especial -más no exclusivamente- a partir de los estudios de género, centrados éstos, en la situación de explotación y abuso a las mujeres de edad. Los dos conceptos se enmarcan dentro de uno más general que es el de la violencia, entendida -entre otras definiciones- como toda situación contraria a los derechos de las personas, que pone en peligro, daña o afecta su integridad y sus múltiples relaciones con el entorno social, familiar, laboral, educativo, etc. (2) Desde una perspectiva más amplia, definiciones como la del diccionario Larousse, plantean que la violencia es: "fuerza intensa, impetuosa" o "abuso de la fuerza". Por otra parte, el abuso es identificado con el uso indebido, excesivo o injusto, y el maltrato, como "tratar mal, dañar". Sin embargo, es necesario tener en cuenta que cuando se habla de abuso, la relación es de subordinación, subyugación, humillación. De acuerdo con Russel (1999), "la diferencia entre abuso y maltrato está en que el primero es más utilizado en publicaciones de habla inglesa y el segundo en los textos de habla hispana". (3) Es decir, que no se establece una diferencia sustancial. Por el contrario, siguiendo a la autora, ella observa que "es difícil alcanzar acuerdos sobre la definición de malos tratos a personas ancianas y existe poca claridad y precisión sobre el particular". Tampoco se ha estudiado la situación de las personas de edad en relación con el fenómeno de la violencia. En principio los conceptos no se utilizan como categorías que identifiquen un problema que afecta a las personas de edad en su dignidad y posibilidad de autorrealización. En realidad, el uso indistinto de cualquiera de los tres conceptos, abuso, maltrato o violencia, pretende -hasta el momento- hacer evidente aquellos actos de agresión permanente contra los ancianos. Sobre todo contra las mujeres viejas, que como ya lo había manifestado, ha resultado de los estudios sobre violencia intrafamiliar contra la mujer. Sin embargo, si es necesario entender que existe una diferencia importante y que el problema va mas allá de las relaciones familiares. Está presente en diferentes contextos, pues su presencia depende de la manera en que se den la relaciones del entorno con el sujeto, la ubicación de este con la sociedad, y las características del contexto mismo. En el caso de Colombia, se traduce en hombres y mujeres viejos/as en condición de marginalidad, y por lo tanto, invisibilidad y pobreza dentro de un marco general determinante, como lo es el hecho de que este es un país en guerra. Por qué se habla de maltrato Parece ser que el término que más se utiliza para denominar esa nueva situación de "discriminación por edad", identificada en la problemática de los adultos mayores, es el de maltrato, aunque no pocas veces se menciona conjuntamente con el de abuso. Desde esta perspectiva, si pensamos en la condición de invisibilidad a la que son sometidas las personas de edad por ser consideradas improductivas, todas ellas, sin excepción son objeto de maltrato y abuso. Pero para entender lo que subyace en el concepto de maltrato a las personas de edad, valdría la pena revisar definiciones presentadas en algunos estudios: Álvarez (1997) plantea que "el maltrato al viejo es toda acción voluntaria, accidental y fortuita que conduzca a una ofensa o descuido físico, psicológico, emocional, social o económico, infringido a persona mayor de 60 años por los hijos, los sobrinos, hermanos, familiares, terceros, la sociedad o por el medio en el cual se desenvuelve" (4) En otro contexto, el grupo de estudio del Concejo de Europa (1992) definió el abuso o los malos tratos como "el acto no accidental u omisión que menoscaba la vida, la integridad física psicológica de una persona anciana o que amenaza seriamente su personalidad o afecta o daña su seguridad financiera" (5) En relación con esta última definición, Russel (1999), afirma que es el resultado de la discusión establecida por el grupo mencionado, frente a otros intentos de identificación de violencia intrafamiliar y con el propósito de reconocer tres grandes dimensiones: La Familia entendida como cualquier persona relacionada con el anciano/a por sangre, matrimonio, o cohabitación; la violencia como cualquier acto u omisión que podría ser dañina; y las personas ancianas, o sea quienes están en edad, o sobre la edad de retiro. (6) Así mismo comenta que ese intento de conceptualización fue la base para que -en la época- otros investigadores desarrollaran sus propuestas, discutiendo los elementos contenidos en la definición presentada. Sin embargo, llega a la conclusión, citando a Phillipson (1993), que "tanto los conceptos como las teorías explicativas utilizadas y la posición adoptada por los investigadores, han excluido la posibilidad de conceptualizar el maltrato a personas mayores que tenga en cuenta su larga historia en medios distintos del familiar" (7). Punto esencial a tener en cuenta. Aún así, la dimensión identificada como la familiar (que también es un eje que se resalta en la definición presentada por Álvarez) sigue siendo el referente primordial cuando se aborda el tema en cuestión, y ello involucra un sesgo en la investigación por la limitación que crea en el análisis. Además, deja ver claramente que para los otros grupos de edad -tanto como para las personas viejas- el único espacio en que se puede pensar a hombres y mujeres que han cumplido la edad del retiro o la jubilación es el de la familia. Y eso ya es una forma de exclusión. Por ello, nuevos intentos de reconceptualización, desde la visión de los derechos humanos, plantean "los malos tratos como el conjunto de violencias, por acción u omisión de la que son víctimas los ancianos, que conllevan un perjuicio para su salud integral" Pochtar/Pszemiarower (1999).(8) Sin embargo, a esta última conceptualización, habría que agregarle que no sólo afecta su salud, sino también y especialmente su bienestar, y desde una perspectiva integral, su desarrollo humano y en consecuencia su calidad de vida. A este nivel, Barreto y Viera (1999) entienden el maltrato de una manera más amplia definiéndolo como "todo hecho o situación que ocasiona algún tipo de daño a una persona y que le impide su bienestar" (9) Factores que inciden en el maltrato Sin lugar a dudas, los factores que permiten, facilitan o ayudan a que se presenten situaciones de maltrato son diversos, y están relacionados con la pérdida de la autoestima y de la condición de sujeto de derecho. Sin embargo, debo afirmar que el factor más importante a considerar, es el relacionado con la imagen de la vejez. Los estereotipos, bien sean negativos o positivos, facilitan la relación de discriminación de las personas de edad, entre ellas mismas, de ellas con su entorno y del contexto en general hacia ellas. Por eso <Los viejos siempre serán los otros>. En el imaginario social los estereotipos negativos son los más comunes y refieren la dependencia, la incapacidad, la improductividad, el deterioro y la atrofia (física y mental) como condición indiscutible de la edad. Características que a su vez sustentan y reafirman los conceptos viejismo e infantilismo (10). En contraposición, los estereotipos positivos, enaltecen la sabiduría, la ternura, la bondad, pero en realidad son sólo la necesidad de contrarrestar la imagen negativa. Unos y otros contribuyen a que la vejez deje de ser una etapa de vida y se convierta en un problema biológico, psicológico, social y económico, es decir, una carga desde todo punto de vista (Márquez,1994). El problema de la imagen -más allá de una identificación teórica- envuelve a todos y cada uno de los miembros de la sociedad y es la base sobre la cual se orientan acciones y reacciones inclusive de las mismas personas de edad (11) Un segundo factor, se refiere a las desigualdades por condiciones económicas, de raza, sexo, edad (Barreto y Viera - 1999), que llevan a la marginalidad y la exclusión social. En tercer lugar está la falta de oportunidades, tanto para las personas de edad como para sus familiares. Y en ese mismo orden de ideas, la falta de políticas, planes y programas que respondan a necesidades reales de la población de mayor edad. Y por último, no puede dejar de mencionarse el difícil acceso a los servicios de salud y sociales complementarios. Todos ellos, finalmente, van cercando a las personas viejas y las conducen hacia una sola realidad: la discriminación y la marginalidad. Tipos de Maltrato Se pueden establecer diferentes tipos de maltrato, dependiendo de los agentes generadores del mismo. No obstante, diversos autores coinciden en presentar como los más característicos los siguientes: físico, psicológico, sexual, económico, social, institucional, por descuido o abandono, cultural, de estado o estructural. Por ejemplo, Miguel Álvarez (1997) plantea cuatro grandes categorías: - Maltrato físico: considera que es el más conocido por ser el más fácilmente identificable aunque existe subregistro de información. En esta categoría, también incluye: los atracos, los accidentes de tránsito, los abusos médicos a nivel institucional, el abuso infraestructural (hogares geriátricos, ancianatos y albergues), el maltrato sexual, el maltrato de Estado y el abandono físico. - El maltrato social: en esta categoría ubica el conflicto intergeneracional, el maltrato legal, la ausencia de propuestas comerciales a favor del viejo. - El maltrato económico: sugiere que se trata de las lesiones contra el patrimonio económico. - El maltrato emocional y psicológico: plantea la manipulación emocional, a través del chantaje, el trato despectivo, la negativa a facilitar alternativas de vida, y el abandono moral. En general esta tipología, se refiere a conductas (acciones u omisiones) y no le da suficiente importancia al llamado maltrato estructural en términos de las condiciones sociales, económicas y políticas. Lo contrario sucede con el maltrato físico, seguramente por considerarlo la forma de maltrato más evidente. A este respecto, es necesario tener en cuenta que las tipologías son utilizadas para organizar la información y por lo tanto se le imprime a esta última un carácter específico, más aún cuando provienen de denuncias que conllevan la percepción del propio denunciante. De hecho, Las tipologías son convencionales y un buen ejemplo de ello es la identificación de los accidentes de transito como parte del maltrato físico, cuando debería ser ubicado en el maltrato social o en el de Estado. En el primero, porque depende del respeto al otro y de la organización social, y en el segundo, por falta de las disposiciones adecuadas o de la regulación y control de normas de la vida en la ciudad. En esa medida, el maltrato es la situación de riesgo y no el hecho mismo de que haya tenido el accidente. En relación con las denuncias, la OPS/OMS - Colombia (12) establece que las cinco principales quejas de los Adultos Mayores en el país son: abandono, desprotección estatal, desatención en salud, falta de centros de atención, maltrato familiar. Entre abandono y maltrato están la mitad de las denuncias a instituciones que velan por los derechos humanos en el país. Esta organización también afirma que el maltrato psicológico y el físico se traducen en: negligencia, utilización por parte de los familiares como cuidadores de casa y de los nietos, minusvalorización, no considerar su opinión en decisiones que los afectan (13) En Bogotá D.C. las denuncias reportadas a la Procuraduría Delegada para la Defensa del Menor y la Familia refieren: 133 casos de maltrato en el año 1992, y 165 en el año 1993. Para el año 1996 se reportaron 177 casos de lesiones no fatales por familiares (el 47% generado por los hijos); 737 lesiones no fatales por violencia común (63% responsable un conocido de la víctima); 64 homicidios dolosos; 655 accidentes no fatales de tránsito (56% como peatones); 180 accidentes fatales de tránsito (94% como peatones). (14) En las Comisarías de Familia de Bogotá también se han hecho denuncias, pero dentro del marco de la violencia intrafamiliar. De acuerdo con los datos suministrados (15), los tipos de maltrato que más se presentan en dos de estas instituciones, son el físico, el psicológico y el abandono. De igual manera se han reportado algunos casos de abuso sexual por parte de hombres viejos a sus familiares, y en menor proporción a sus parejas. Es importante aclarar que los motivos por los cuales se acercan las personas de edad a las comisarías de familia, también dependen de la zona en la que esté ubicada. Por ejemplo, en la localidad de Barrios Unidos se presentan denuncias por bienes y herencias, en cambio en la localidad de Usaquén, buscan información sobre programas específicos. Más allá de la tipología: algunos problemas Además de lo anteriormente expuesto, vale la pena analizar brevemente lo que implican algunas categorías de maltrato: A nivel individual: el maltrato sexual, que por una parte contempla "el abuso en términos del acto sexual sin consentimiento" (16) y por la otra, "la negación de la vida sexual, la burla o la actitud peyorativa de la sociedad frente al tema" (17). Las dos son igualmente invisibles porque están relacionadas con una actitud altamente moralista, pero sobre todo, por el convencimiento en el imaginario social, de que las personas de edad se vuelven asexuadas como resultado de los cambios biológicos sufridos por la edad (involución). Esta última es quizá, por lo generalizada, la forma más importante de maltrato porque significa robarle a la persona de edad su derecho al disfrute de su sexualidad y de sus relaciones íntimas. A nivel social dos formas de maltrato a la que hay que prestar especial atención son aquellas denominadas como el viejismo (Butler, 1969) y el infantilismo. El primero "refleja una profunda y asentada dificultad por parte de los jóvenes y los de la mediana edad, así como un rechazo personal y un disgusto por envejecer, enfermar, y quedar discapacitado, y el miedo por la falta de poder, la no utilidad y la muerte" (18) El infantilismo propone que los viejos vuelven a ser niños y hay que tratarlos como tales. Por eso se les cuida y se les vigila y se decide por ellos/as. Esta condición lleva de suyo una actitud de conmiseración y lastimosamente, las mismas personas de edad la van asumiendo como una verdad absoluta. Las dos formas de representación social son igualmente discriminatorias y niegan la individualidad y el derecho a la diferencia. El institucional. Se presenta en dos tipos de instituciones: las prestadoras de servicios de salud, y sociales complementarios; y las de protección, conocidas como ancianatos u hogares para ancianos. Desafortunadamente no se conocen investigaciones recientes sobre el particular. Sin embargo, en los periódicos nacionales se registran, con alguna frecuencia, casos de personas mayores que no son atendidas, o son maltratadas por los funcionarios de los hospitales y otros centros de atención.(19) En relación con los hogares de ancianos, la mayoría no cuenta con los requisitos mínimos para un funcionamiento adecuado. Además está el hecho de la privación de la libertad, el aislamiento y la reducción de la autonomía que conlleva la institucionalización (Márquez/1997). En el año 1994 la Superintendencia de Salud visitó 55 instituciones para ancianos en Bogotá y encontró que 63.6% no tenía licencia de funcionamiento y casi el mismo porcentaje no contaba con instalaciones apropiadas. La mitad de las instituciones carecía de personal capacitado; 54% de los hogares presentaba riesgos de seguridad para los ancianos y no tenía programas de terapia ocupacional. De las 55 instituciones visitadas, 30 presentaban malas condiciones higiénicas; 28 ofrecían una alimentación inapropiada y 24 tenían malos manejos de alimentación. (20) Álvarez refiere que en el año 1995 también en Bogotá, se encontró que en 50% de las instituciones visitadas por la Procuraduría había un médico, nominalmente inscrito, que sólo asistía a pasar revista cada 15 o 20 días. La gran mayoría de las instituciones (85%), carecía de formación especializada gerontológica, deficiencias que se percibieron especialmente en la atención brindada a personas en estado terminal. Afirma que el maltrato se manifestó principalmente en una frecuente mala atención profesional con la ausencia de los servicios de Trabajo Social, Psicología, o de Terapia Física u Ocupacional (90%), carencia de adecuaciones físicas de carácter gerontológico (87%), pocos espacios verdes (62%), ausencia de minuta (84%). (21) Es importante observar que las dos instituciones estatales, con funciones de supervisión y control, relatan situaciones similares en el Distrito Capital, en dos años diferentes, sin encontrar diferencias significativas. A la fecha tal situación no ha cambiado. A nivel económico, que es uno de los aspectos del maltrato estructural, el problema va más allá de las lesiones contra el patrimonio económico. En Colombia más del 80% de la población mayor de 60 años no tiene pensión formal y de ellos por lo menos el 50% de población no jubilidada solo cuenta con un apoyo económico inferior a la mitad del salario mínimo mensual vigente, que en los municipios se maneja a través de los alcaldes, con un enfoque asistencialista (esto facilita la corrupción económica y política). Con respecto al grupo de pensionados más del 70% recibe apenas un salario mínimo. De acuerdo con la encuesta del DANE de septiembre del 2000, existe un 14.4% de hombres y un 13.4% de mujeres mayores de 56 años en condición de desempleo. (22) Las personas de edad se constituyen en uno de los grupos de población con más alto nivel de pobreza y entre ellos, las mujeres, cuando la realidad es que un mayor número de mujeres sobrevive a los hombres y envejecen viudas o separadas. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el problema de la pobreza y la desigualdad social no se adquiere con la edad. Y en este momento es un problema generalizado.(23) Pero a medida que aumenta la edad disminuyen las probabilidades de ingresar al mercado de trabajo, y por lo tanto aumenta la probabilidad de ser parte de los grupos de pobreza y miseria.(24) A nivel político: maltrato Estatal. Este es otra de las formas de maltrato a la que se le debe prestar especial atención y también puede ubicarse como estructural. La falta de políticas, o la falta de creación de mecanismos para la operatividad de las mismas, la inexistencia de mecanismos de control y sobre todo la actitud de desinterés hacia la problemática de los adultos mayores, permiten toda suerte de abandono. En segundo término, está el problema de la redistribución de los recursos. En orden de prioridades, el grupo denominado de "la tercera edad" ocupa el último lugar, y las políticas que se formulan desconocen su nivel de necesidades. Así mismo, hay un total desconocimiento del papel y aporte jugado por las personas de edad en la historia de este país. Como ya se hizo mención, la mayoría de población mayor de 60 años no tiene pensión, y todos, inclusive los pensionados, deben enfrentar problemas de acceso a los servicios de salud, sobre todo los de alto nivel de complejidad. Con respecto a la población focalizada para los programas especiales, que en Colombia se clasifican a través del SISBEN, la población identificada como "sisbenizada"(25), en no pocos casos, es ubicada en categorías que no responden realmente al nivel de su capacidad adquisitiva, por lo cual deben cubrir costos de medicamentos, hospitalización, exámenes especiales, entre otros, sin contar con los recursos necesarios. Generalmente tienen que padecer los problemas de descoordinación interinstitucional e intersectorial, y la forma en que son atendidos por los funcionarios en competencia, es completamente inadecuada.(26) De otra parte, están el desmonte de los sistemas de seguridad social, salud y educación, así como también las altas tasas de desempleo y subempleo que no sólo afecta directamente a las personas de edad, sino también de manera indirecta porque incide en el deterioro de sus familias. La invisibilidad una forma de maltrato que nos involucra a todos Decir que se es un hombre viejo o una mujer vieja es igual a decir que se es invisible. La invisibilidad, en términos del no ser, no tener, no sentir, no ser reconocido, es resultado de la falta de reconocimiento social y político y finalmente lleva al desconocimiento de la misma persona, de su condición de ser individual y social, y en consecuencia, afecta cualquier posibilidad de participación y por supuesto, de exigibilidad de los derechos. Es un problema fundamental de justicia social y dentro de este marco es un problema tan importante como el de la redistribución de los recursos (Fraser,1997). Sin embargo, no es sólo un problema de alto nivel político o conceptual. Está presente en los diversos tipos de relación y en consecuencia es parte del lenguaje. "El lenguaje está atravesado por relaciones de fuerza, ya sean de edad, clase, sexo o raza; es en y por el lenguaje y sus imágenes que se juega la dominación simbólica, es decir, la definición y la imposición de las percepciones del mundo y de las representaciones socialmente legitimadas" (Eribon, 1999).(27) En esa medida, la invisibilidad existe no solo cuando se desconoce o se margina; así mismo está presente cuando se decide por los otros y este aspecto es muy común en el mundo de las personas de edad. Tanto los familiares, como los amigos, los funcionarios de instituciones públicas y privadas, los profesionales, las personas encargadas de la definición de políticas, planes y programas, todos de una u otra forma tienen un nivel de responsabilidad en la invisibilidad de la que son objeto las personas de edad, en tanto se apropian de su autonomía individual, de su derecho a la libre determinación, decidiendo por ellas qué es mejor para sus vidas. Con mucha facilidad profesionales del área de la salud y del derecho pueden considerar que una persona en razón de su edad (ya no tanto a los 60 años como después de los 75 u 80 años) no tiene lucidez mental para manejar sus vidas o sus bienes, o para decidir si quiere que le practiquen una cirugía, o seguir un tratamiento.(28) Percepción y vivencia del maltrato Los estudios consultados coinciden en reconocer como factores condicionantes a la denuncia del maltrato los siguientes: - limitaciones físicas y/o psicológicas - vergüenza - miedo frente a la pérdida de apoyo económico familiar o social - miedo frente a la pérdida de afecto - miedo a la institucionalización - baja autoestima - desconocimiento de sus derechos - desconocimiento de organizaciones y trámites para tal fin. Si se observan con atención dichos factores, se puede deducir con facilidad que están relacionados con la pérdida de la autonomía. La dependencia genera en las personas incapacidad y crea una condición desigual en la que la personas de edad asumen el papel de protegidas y los otros, la función de protectores. Álvarez (1997) afirma que "aunque poco se ha estudiado en Colombia, se ha detectado que el maltrato consuetudinario genera un aumento de los índices de alcoholismo, de depresiones crónicas y de suicidio." Entre estas consecuencias resalta especialmente el problema del suicido aclarando que su incremento se da "tanto en los países desarrollados como en aquellos de la franja de transición, poseyendo inclusive algunas veces el más alto porcentaje de incidencia con respecto a la totalidad de la población". Parece ser que el fenómeno es más frecuente en los hombres. Desde esta perspectiva, el análisis debe darse con un enfoque de género. En el estudio del tema de la jubilación se puede observar la diferencia entre la relación del hombre y la mujer con su contexto. Para el primero su mundo ha sido más el laboral, el cual se termina con el retiro; en cambio para la mujer ha sido la familia y la comunidad y ese cambia, pero no se termina. Para ilustrar mejor este aspecto se pueden observar algunos ejemplos de percepción y vivencias de maltrato, en los estudios de caso de Bolivia, Chile y Sudáfrica que se presentan como anexos. Un aspecto no discutido: la persona vieja como maltratadora. Este es un punto en el tema del maltrato que considero importante de ser estudiado, pues de ello depende que se pueda lograr una visión objetiva sobre la situación. Es un problema que afecta las familias y en especial a aquellas personas identificadas como los cuidadores. Así como se plantea que el maltrato psicológico y emocional está relacionado con la manipulación o el chantaje de los otros hacia el viejo(a), especialmente de sus familiares; de la misma manera, el problema de la persona de edad como maltratadora, está presente en una relación "tiránica" que ella establece con las personas a su alrededor. Este problema depende de tres causas fundamentales: la imagen que se tiene de la vejez, la condición de invisibilidad a la que son sometidas las personas de edad y la relación de dependencia. Todo ello confluye en un mundo demasiado reducido para la persona vieja, en la que se presenta una ruptura en la comunicación y la necesidad de buscar su propia protección. "Para el anciano, es insoportable dejar de saber quién es y para qué sirve. Su crisis de identidad se manifiesta por diversas formas que pueden agruparse en dos apartados: el temor a perder el control de su vida y el sentimiento de inutilidad" (29) De otra parte está la idea equivocada de que la familia es estática y por lo tanto sus relaciones equilibradas. "Aunque todos los tipos de relaciones familiares pueden ser fuentes de crisis, la más difícil de asumir sigue siendo la de la inversión de la función de padre. Los padres ancianos han de soportar convertirse en seres dependientes de sus hijos y los hijos de edad madura responsabilizarse de los padres que pierden con más o menos rapidez su autonomía." (30) En términos generales, hay que considerar que la familia está compuesta por un conjunto de personalidades diversas, que en consecuencia manifiestan intereses diferentes, necesidades distintas (resultado de múltiples factores, entre los que se cuentan los de la edad y los generados por la sociedad de consumo) y formas de ver la vida diferente. A este respecto, Fericgla (1992) plantea que "la cultura de la ancianidad está socialmente centrada en la estructura familiar y en esta ordenación de valores se origina uno de los desajustes más profundos que sufre el colectivo, pues los restantes miembros de la familia no suelen compartir las mismas expectativas de disponibilidad que los ancianos".(31) En síntesis, y como ya se había expresado, hay que analizar ampliamente el problema de las relaciones familiares pues sólo así se podrá trabajar realmente por el fortalecimiento de la relación intergeneracional, pero sobre la base del respeto a la individualidad y el derecho a la diferencia. La violencia un problema que va más allá del maltrato o el abuso En Colombia, las personas que hoy son identificadas como de la "tercera edad", es decir, mayores de 60 años, nacieron en 1941 y quienes hoy cuentan con 70 años nacieron en 1931. En ese momento la proporción de población rural era de más del 70%. Es decir, que crecieron en la época que los investigadores han denominado "la primera violencia". Hoy, muchas de estas personas (generalmente las más pobres) están viviendo el conflicto armado y el desplazamiento forzado. Esta forma de violencia ha afectado a las personas de edad de diferente manera. Algunos han sido obligados a abandonar los lugares donde han construido sus vidas y las de sus familias. Otros -la mayoría de acuerdo con diferentes expertos en este tema- han permanecido en sus sitios de vivienda. Pero en ambos casos han sufrido la pérdida de sus terruños, sus parejas, sus hijos, o sus nietos. En consecuencia, no pocas mujeres de edad, han quedado con la obligación de la crianza de sus nietos, hijos de los hijos desplazados o asesinados. Todos en condición de abandono y situación de miseria. "El desplazamiento forzado constituye hoy en Colombia la más grave crisis humanitaria de su historia. No sólo por su magnitud, que alcanza en los últimos quince años a cerca de un 5% de la población, sino que ha significado la fragmentación del tejido social de las comunidades afectadas, la modificación por la fuerza de la estructura socio-demográfica de las zonas de expulsión, la urbanización marginal en las grandes y medianas ciudades y un empeoramiento progresivo de los niveles de vida de la población".(32) Desafortunadamente esta situación ha sido poco estudiada. No existen cifras por grupos de edad, sino estimaciones generales en las que no se puede tener información específica sobre la población mayor de 60 años. Menos aún, programas de apoyo para este grupo de población porque desafortunadamente no se considera como prioritario. A manera de conclusión: el maltrato y su relación con la calidad de vida Hablar de calidad de vida y de derechos humanos es muy amplio y complejo. Más aún, si desde esta perspectiva se quiere revisar el problema del maltrato como expresión de la violación de los derechos. Sin lugar a dudas, el maltrato y el abuso van más allá de los actos de agresión o de la omisión de acciones a favor de las personas de edad. El problema es mucho más complicado. Tiene que ver con la condición de marginalidad, de discriminación, de invisibilidad a la que son sometidas las personas de edad en razón de su edad, sumada a su pobreza, a su raza y a su género. Tiene que ver con la condición de "no futuro" y con la falta de condiciones de vida y de oportunidades. Desde una perspectiva integral, los derechos de las personas son todos, y nadie debería perder la posibilidad de disfrutarlos y sobre todo, perder su dignidad. Es una cuestión básica de justicia social. Sin lugar a dudas hay que trabajar en los problemas particulares que son resultado de la marginalidad y la exclusión. Nadie puede negar que la autoestima y la autodeterminación se van perdiendo en la medida en que las personas son privadas de su posibilidad de participación social y laboral. Pero esto sería objeto de otras reflexiones que desbordan el interés del presente ensayo. Organizaciones como HelpAge International creen, en consecuencia, en la necesidad de que los problemas y las aspiraciones de la tercera edad sean incluidos en los procesos regulares de desarrollo, que sus derechos sean debidamente reconocidos y que las contribuciones que realizan a sus familias y comunidades sean activamente respaldadas. Así mismo, que se hagan efectivos los compromisos establecidos en reuniones internacionales, como la reunión de Copenhague sobre pobreza, en términos de crear un entorno favorable, erradicar la pobreza, promover la integración social, lograr la equidad de género y mejorar el acceso a los servicios de salud.(33) Ahora bien, con respecto a las condiciones que presenta el país, es importante hacer una reflexión final si se quiere pensar en un envejecimiento y una vejez saludable. De acuerdo con los datos globales sobre nivel de vida encontramos que en este momento hay dos millones de desplazados, tres millones de desempleados, cuatro millones de indigentes, diez millones sin cobertura de salud, dos millones de niños y jóvenes sin escuelas ni colegios, diez millones de personas en estado de desnutrición. Mientras tanto, el 40% del presupuesto nacional se gasta en la deuda externa y el 19% en seguridad interna. Entonces debemos preguntarnos: ¿cuántas formas o tipos de maltrato nos encontramos aquí? ¿quiénes son los responsables? y, sobre todo: ¿de qué calidad de vida estamos hablando? En conclusión: sólo nos queda entender que, en términos generales, el maltrato es sinónimo de inequidad y de toda suerte de limitación frente a la necesidad de desarrollo humano. Y en esa medida, en el área del envejecimiento y la vejez, el tema está por desarrollarse, especialmente si pensamos que todos estamos envejeciendo. ESTUDIOS DE CASO ANEXO No.1 Estudio realizado a grupos focales de ancianos/as de Bolivia - Señala que el maltrato económico que reciben por parte del Estado y de la Sociedad es lo que más les afecta. Sienten que en el Estado no existe ninguna preocupación por su seguridad de ingresos. - Indican que no son considerados con preferencia en las entidades públicas y privadas, y se hace énfasis en los servicios de salud y transportistas. - Sostienen que el maltrato en la familia es sobre todo psicológico y se caracteriza por la indiferencia cotidiana y la falta de paciencia hacia los padres. - Actitudes de Maltrato señaladas por los ancianos como las que se presentan con mayor frecuencia en Bolivia: + Pérdida de interés de los hijos acerca de las vivencias de sus padres + Falta de comunicación + Presión por recibir herencias + Préstamo de dinero que no es devuelto + Los hijos y los nietos disponen de los bienes del anciano (a) y pueden llegar al despojo + Egoísmo en la alimentación + Considerar que son inútiles y una carga para la familia + Tratarlos como niños + Delegarles tareas domésticas recargadas Tomado de: Derechos Humanos y Envejecimiento en Bolivia. Mercedes Zerda. Bolivia. Septiembre de 2000. ANEXO No.2 Prevalencia y características del maltrato hacia mujeres mayores de Renca - Santiago de Chile Muestra de Usuarias del Proyecto Adulto Mayor C.E.C. Renca entre los meses de Junio y Julio de 1998. - Población Estudiada: 120 mujeres de 65 0 más años. - Lugar: Comuna de Renca. Región Metropolitana de Santiago de Chile. - 41 personas (34.2%) acusó la presencia de uno o más tipos de maltrato, siendo las más afectadas mujeres entre 65 y 74 años. - 19 mujeres reportaron la presencia de más de un tipo de maltrato. - Alcanzan los mayores porcentajes: + Maltrato psicológico : (75.6%) + Maltrato físico : (31.7%) + Abuso patrimonial o económico : (26.8%) - Otros tipos de maltrato: + Negligencia o abandono : (12.2%) + Violación de derechos : (7.3%) - Algunas conclusiones: + El análisis de la prevalencia del maltrato a mujeres mayores de la muestra indica un problema de envergadura que afecta en mayor proporción a mujeres entre 65 y 74 años. + La combinación maltrato físico-psicológico reporta el mayor número de casos. Se desprende que lo que las mujeres experimentan en su vejez no es más que la continuación de la larga cadena de maltrato que han vivenciado durante años. + Cada tipo de maltrato experimentado tiene sus propias características, frecuencia y modalidades. Sin embargo, el factor o elemento común está dado por la reiteración de episodios violentos o agresión ... Tomado de: Maltrato en la Vejez. Orientaciones generales para su investigación y un estudio local exploratorio. Jenny Lowick - Russel Avalos. Centro de Capacitación CEC. Santiago de Chile. 1999 ANEXO No. 3 Estudio en Sudáfrica realizado por el Centro de Gerontología de la Universidad de Ciudad del Cabo en coordinación con el Proyecto Ikamva Labantu - Población estudiada: 21 mujeres y 11 hombres - Área: Urbana - Los participantes describieron siete tipos de abuso y maltrato: + físico + emocional y verbal, + acusaciones de brujería + financiero, + sexual + abandono y falta de respeto + maltrato sistemático. - Resaltaron que hacen grandes esfuerzos por ocultar el maltrato por miedo al castigo físico de los hijos. - El estudio reveló que el abuso y el maltrato contra las personas mayores formaba parte de un cuadro de violencia doméstica endémica, consecuencia de: + el debilitamiento de las estructuras familiares y la falta de apoyo familiar + la pérdida de respeto hacia los mayores + la urbanización + los efectos del cambio político y social que se traducen en inseguridad + pobreza + deterioro de la seguridad social del Estado - El informe destaca que es muy preocupante la aparente incapacidad de las personas mayores para responder al problema del abuso y el maltrato contra su grupo etáreo y protegerse a sí mismas. Tomado de: Tercera Edad y Desarrollo. Noticias y análisis de temas que afectan las vidas de las personas mayores. HelpAge International. No.7. Marzo de 2001. Notas * Trabajadora Social. Siendo funcionaria de la Secretaria Distrital de Salud de Bogotá, participó en la investigación sobre la Población anciana institucionalizada en Bogotá, en la implementación de los Centros-día y en el programa de atención a ancianos indigentes. Coordinó el Programa de Atención integral al Anciano para Bogotá D.C. Actualmente, es consultora en programas relacionados con el envejecimiento y la vejez. Miembro del Grupo Interdisciplinario sobre Envejecimiento de la Universidad Nacional de Colombia.E-mail: amarquezh@epm.net.co 1 Por ejemplo en el África una de las formas de Maltrato cultural es la acusación de brujería a mujeres de edad. Ver Anexo No.1 2 Jenny Lowick - Russell Avalos. Maltrato en la vejez. Serie estudios y documentos. Centro de Capacitación CEC. Santiago de Chile. 1999 3 Ibíd. 4 Miguel Álvarez Correa. Crisis intergeneracional y anomia cultural, la marginalización y maltrato al anciano. En: Memorias del Foro Nacional sobre Tercera Edad "Hacia una política de participación de los Viejos. Procuraduría delegada para la defensa del menor y de la familia. Bogotá. 1997. 5 Citado Por Jenny Lowick - Russell Avalos. OpCit. 6 Ibíd. El subrayado es mío. 7 Ibíd. 8 Pszemiarower Santiago (compilador). Ancianidad y Derechos Humanos. Asamblea Permanente por los derechos humanos. Argentina. 1999. 9 Mesa de Trabajo sobre Ancianidad - Perú. Del maltrato al trato digno. Manual de Promoción de una Cultura de respeto hacia las personas mayores. Marzo. 1999. 10 Estos aspectos se trataran mas adelante en las formas de maltrato. 11 Este tema y sus implicaciones los trato en "Los vicios más frecuentes en la visión que se tiene de la vejez" 1994. Publicado en la Revista "La Edad Dorada". Colombia. 1994. 12 Tomado de la página Web. 13 Desafortunadamente no se conoce la población entrevistada ni las fuentes investigativas utilizadas, ni otro tipo de estudios que complemente la información presentada. 14 Citado por Álvarez Correa, Miguel. Op. cit. 15 Está información fue suministrada telefónicamente por una funcionaria de la institución. 16 Russel Avalos. Op.Cit. 17 Álvarez C. OpCit. 18 Iacub Ricardo. Proyectar la vida. El desafío de los mayores. Ed. Manantial SRL. Argentina. 2001. 19 El ejemplo más reciente es el presentado por el Periódico El Espectador del domingo 4 de noviembre del 2001, refiriéndose al problema hospitalario: Señora de 80 años con diagnóstico de cálculos en la vesícula, que luego de ser "paseada" por varias instituciones del distrito durante tres semanas "no fue atendida porque no hubo una unidad de cuidados intensivos para operarla, ni los medicamentos ni la comida balanceada". 20 Esta información fue presentada en el artículo "Colombia no quiere a sus ancianos" publicado por el periódico "El Tiempo" el miércoles 24 de abril de 1994. Citado en: Los vicios más frecuentes en la visión que se tiene sobre la vejez. Junio de 1994. 21 Álvarez. Op. cit 22 Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo. Informe Alterno al cuarto informe del Estado Colombiano ante el Comité del Pacto Internacional de Derechos Humanos Económicos, Sociales y culturales - Período 1995-2000 de la Bogotá. Octubre del 2001. 23 En Colombia, según cálculos de la Misión Social y Planeación Nacional, con base en la encuesta de Hogares del DANE, a septiembre de 1999 la cifra de miseria para la población en general (40.093062) era de 8.391.086 y la de pobreza 22.066.702. (Citado en el Informe Alterno). 24 En el caso de Bogotá, Distrito Capital, las proyecciones de población con necesidades básicas insatisfechas y en miseria son las siguientes: Población total año 2001: 6.495.873; con necesidades insatisfechas: 720.356, en miseria: 82.044. Población entre 60 y 64 años: 151.340; con necesidades insatisfechas: 12.539; en miseria: 2.021; Población entre 65 y más: 291.241; con necesidades insatisfechas: 22.181; en miseria: 3.346. Fuente: DABS - Subdirección Planeación e investigación. Proyecciones de la Población con NBI y en miseria para Bogotá. 1998 - 2001. 25 Término que también sería materia de discusión y que es utilizado por los funcionarios de las entidades Estatales, para referirse a las personas que son clasificadas a través del "Sistema de Clasificación de Beneficiarios", para efectos de la atención de salud en el régimen subsidiado, y la entrega del subsidio de Revivir para ancianos indigentes (Ley 100, 1993). 26 Sobre este aspecto no se conocen investigaciones, pero ésta es una de las quejas que más refieren las personas de edad en las reuniones comunitarias y otros espacios a los que se les convoca. 27 Iacub, Ricardo. Op. cit. 28 En 1997, el periódico El Espectador relató el siguiente caso de una anciana de Sincelejo (Sucre): La señora Carlota de 94 años, es viuda y sin hijos pero tiene 70 sobrinos. Vive en Sincelejo con magnificas comodidades pues posee una gran fortuna. Su alimentación es especial. La comunidad la reconoce como una persona que ayuda a la iglesia y a la policía. Donó un terreno para un ancianato y ayuda a familiares lejanos que se lo solicitan. Es atendida por tres médicos y dos enfermeras particulares. En relación con su salud mental, dos médicos psiquiatras diagnosticaron que "no padece de demencia, no hay pérdida de juicio, ni carencia de capacidad para razonar. En cuanto a la capacidad para administrar sus bienes y disponer de ellos, conserva su conciencia, voluntad y facultad directriz. Sin embargo, desde hace un tiempo, varios de sus sobrinos elevaron en su contra una demanda de "interdicción por demencia" aduciendo que una persona a sus 94 años no tiene lucidez mental para manejar sus bienes. También consideran que con la demanda de interdicción tratan de proteger sus bienes y su integridad física. Dicha demanda fue acompañada por un certificado de un médico general que solicitó uno de sus sobrinos.Desde que se interpuso la demanda, la juez de familia que lleva el caso ordenó a bancos y corporaciones congelar todos sus bienes y depositar todo su dinero en un banco a órdenes del juzgado. A raíz de la decisión de la juez, la señora debe pedir a crédito sus medicamentos, no puede pagarle a los médicos ni a las enfermeras, ni a otros empleados. Tampoco tiene con qué pagar los servicios, ni tiene dinero para sus gastos personales, entre los que están los de su arreglo personal. 29 Brigitte Camdessus. Crisis familiares y ancianidad. Ed. Paidos. Argentina. 1995. 30 Ibíd. 31 Citado en "Los vicios más frecuentes en la visión que se tiene sobre la vejez" Op. cit. 1994. 32 Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo. Op. cit. 33 HelpAge International. Tercera Edad y Desarrollo. Noticias y análisis de temas que afectan las vidas de las personas mayores. No.7. Marzo de 2001. |